Es muy común que diferentes tipos de enfermedades mentales y trastornos psicológicos puedan afectar a la sexualidad de quienes los padecen, provocando incluso disfunciones sexuales.
El término depresión deriva del latín “depressio”, cuyo significado es hundimiento, y, como su nombre indica, este estado es vivido por quienes lo sufren, como una sensación de hundirse progresivamente sin poderlo evitar.
Es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona y a cualquier edad, aunque hay personas más predispuestas que otras a sufrirla.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en torno a un 10% de la población de los países desarrollados puede estar padeciendo esta enfermedad mental, que afecta a los pensamientos, a las emociones, al estado de ánimo, a la salud física y al comportamiento. Muchos estudios afirman que es más frecuente en las mujeres que en los hombres, estimándose que alrededor de un 25% de mujeres pueden tener predisposición a sufrirla.
Este hecho se apoya en el descubrimiento de que el cerebro masculino produce un 52% más de serotonina que el de las mujeres. Y, como la disminución de esta sustancia influye de forma importante en el desarrollo de la enfermedad, la probabilidad de sufrirla es tres veces superior en las mujeres que en los varones.
La depresión puede deberse a algún acontecimiento traumático o negativo o no tener relación con ningún acontecimiento vital y, en ambos casos, su severidad puede ser variable.
Para reconocerla, debemos identificar algunos síntomas típicos como tristeza profunda, humor depresivo, llanto fácil y constante, ideas de ruina y de ausencia de futuro o incapacidad para disfrutar con actividades que antes resultaban placenteras.
Otras veces, los síntomas son más sutiles y aparece desgana, desánimo, pesimismo, pocas ganas de levantarse por la mañana, insomnio, trastornos en el apetito, etc.
Además, en los estados depresivos, es muy común que desaparezca cualquier tipo de deseo sexual tanto en el hombre como en la mujer, aunque sólo en menos de una tercera parte de estos pacientes aparecen disfunciones sexuales severas como disfunción eréctil en el hombre o anorgasmia en la mujer.
En otras enfermedades mentales, como la ansiedad y las fobias relacionadas con temas sexuales, también hay un alto índice de disfunciones sexuales. En la esquizofrenia alcanza porcentajes superiores al 50%.
Consecuencias de la depresión en la sexualidad
Sin lugar a dudas, en los pacientes con depresión, lo prioritario es tratar sus síntomas y sus causas si fueran reconocibles, pero diversos estudios han demostrado, además, que los resultados terapéuticos mejoran si se realiza un tratamiento integral, que incluya el abordaje de otras consecuencias de la enfermedad, como pueden ser las sexuales.
Como ya hemos visto dentro de los problemas sexuales secundarios a un estado depresivo, el BAJO DESEO SEXUAL es el más frecuente y puede ser contextualizado como un síntoma más de la depresión.
En varones, es frecuente, además, la aparición de disfunción eréctil que sucede entre el 16% y el 34% de los pacientes depresivos, aunque puede alcanzar el 90% en depresiones muy graves, lo que no es sólo debido a la enfermedad, sino también a la disminución del deseo sexual y a los efectos secundarios de los fármacos que usamos para el tratamiento depresivo.
En el caso de las mujeres, el bajo deseo sexual alcanza el 85% de los casos, mientras que otras disfunciones sexuales como la anorgasmia aparece en el 35% o el coito doloroso en el 28%.
Pero, además de que estos problemas sexuales sean una consecuencia directa del síndrome depresivo, muchos de los medicamentos más utilizados para tratar la depresión, como los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina), que son eficaces fármacos antidepresivos, inducen disfunción eréctil como media en casi el 30% de los pacientes. También otros medicamentos utilizados, como la clomipramina, provocan trastornos sexuales hasta en la mitad de los pacientes, mientras la velanfaxina lo hace en un 36% de los pacientes y la risperidona en el 44%.
Cuando algunos de los pacientes que toman antidepresivos sufren, durante el tratamiento, algunos de estos síntomas sexuales e identifican al medicamento como responsable del mismo, no es infrecuente que tome la decisión de abandonar el fármaco antidepresivo, tan esencial para tratar su enfermedad.
Sin duda, esta actitud supone un grave riesgo para su salud y puede ser evitada con una adecuada información al paciente sobre la importancia de la adherencia al tratamiento y sobre los potenciales efectos del fármaco sobre su sexualidad. Diversas investigaciones han confirmado que el tratamiento simultáneo de la depresión y las disfunciones sexuales, mejora la calidad de vida del paciente y ayuda a una recuperación más rápida de la enfermedad depresiva.
También es frecuente, en estos pacientes, el empleo de otros psicofármacos como las benzodiazepinas, medicamentos utilizados por su efecto ansiolítico; ya que con frecuencia los síntomas de ansiedad se asocian a los depresivos.
Aunque en el inicio del tratamiento de la depresión suelen estar indicados, se suelen retirar con rapidez en unas 3 o 4 semanas para evitar los problemas que su uso crónico conlleva, entre los que están el posible empeoramiento de la depresión (con incremento del riesgo de suicidio) o su capacidad de generar dependencia con necesidad de incremento de dosis.
También estos medicamentos son responsables de algunos problemas sexuales entre los que vuelve a destacar el Bajo Deseo Sexual.
Pero como hemos comentado, la recuperación de los síntomas sexuales está directamente relacionada con la mejoría clínica de la depresión y con el empleo de fármacos eficaces, pero cuya capacidad de alterar la respuesta sexual sea la menor posible. Entre estos destaca la Mirtazapina, un potente y eficaz antidepresivo cuya influencia en la sexualidad del paciente es menor.
Por todo ello, es esencial que el paciente pregunte al médico todas sus dudas sobre la medicación que va a ser necesario que tome durante varios meses y que el profesional sanitario no escatime explicaciones y cree el clima terapéutico necesario para que el paciente le confíe sus dudas, entre ellas la influencia de ese fármaco sobre su sexualidad. Como siempre, una buena comunicación médico-paciente es esencial para un adecuado cumplimiento del tratamiento.
Sugerencias para la pareja
La posición de la pareja del paciente con depresión no resulta habitualmente fácil.
Por un lado, por el daño que le hace ver el grado de deterioro psicológico de su pareja; por otro, por la frustración que, con frecuencia, le genera el no saber cómo actuar; y por último, por sus dificultades para entender algunos de los síntomas que aparecen dentro del trastorno depresivo.
Es común que los problemas sexuales asociados a la depresión supongan un elemento de incomprensión y desencuentro en la pareja y por eso es importante que seamos capaces de entender que son algo inevitable y que a quien primero dañan es a quien sufre la enfermedad y que la falta de deseo o de erección o de excitación no son provocadas por desinterés o indiferencia hacia la pareja sino porque realmente hay un trastorno serio detrás que lo justifica.
La mejor forma de ayudar es mostrarnos disponibles y comprensivos hacia la enfermedad, contribuir al cumplimiento de las indicaciones terapéuticas que el profesional nos haga y fomentar un clima de afectividad que permita expresarnos emocionalmente de manera confiada, sin presionar o culpar al otro sobre su escasa disponibilidad sexual.
Una actitud contraria puede hacer más costosa la recuperación del paciente deprimido y fomentar en éste sentimientos de culpa o de miedo al abandono.